13.11.12


Después de un año de ausencia hoy retomo este proyecto. No fue una ausencia como esas que lastiman y abandonan todo. Fue un año de aprendizaje, de madurar. Un año en el que mi fe habría de consolidarse o ser abandonada. Un tiempo de investigar, de indagar y de probar las cosas. Fue una lucha intensa, un camino peligroso, que me llevo a pisar terrenos de todo tipo. Un deseo ardiente de saber si realmente caminaba en la verdad. Fue escudriñar a fondo religiones y creencias. Me fui a Buda y también de Mohammed. Hice un recorrido por la historia Griega y Romana. Fui testigo de la fusión de culturas, de los combates sangrientos, de  innumerables conquistas y de grandes hombres, hasta que un día me tuve que detener. Ya no había demasiado que conocer. Lo que parecían larguísimos 4000 años de historia de pronto se redujeron casi a nada, ya no había a donde ir. Entonces entre en letargo, me canse. No recuerdo cuantas semanas pasaron hasta que una noche, de manea involuntaria me arrodille en silencio, no dije nada, solo calle. Fue entonces que Dios hablo diciendo: Estas cansado, has peleado rudo y te has lastimado, pero me alegro, era necesario quebrantar esa parte de ti. Te he permitido indagar todo lo que querías saber con el único fin de que pudieras entender que no había que ir tan lejos. Soy un Dios grande, muy grande, pero no soy tan complicado. Mi verdad no la vas a encontrar sabiéndolo todo, mi verdad esta aquí y ahora. Después llore, como cuando una pareja se reencuentra después de mucho tiempo y se perdonan. Desde esa noche mi mentalidad cambio, aprendí a alabar a Dios en espíritu y verdad sin importar las circunstancias, y lo mejor de todo es que entendí que desde antes de que esa lucha comenzara, yo ya caminaba en la verdad. 
Ernesto.

1 comentario:

Liliana Lizcano dijo...

Gloria a Dios por ese tiempo que tuviste y en el que una vez más pudiste darte cuenta que no tenías que ir muy lejos para encontrar el abrazo del Padre.